Tuesday 16 de April del 2024

El último truequero de la antigua estación del tren de Toluca

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Don Alfredo es el último de los llamados “truequeros”, que llegaron a Toluca en los años ochentas para trabajar como inspector de maquinaria, en la antigua estación del tren, que para ese entonces aún daba el servicio a pasajeros a varias partes del país.

En su memoria -asegura el trabajador ferroviario- aún lleva como una fotografía, plasmados los sonidos y el tumulto de gente, que se arremolinaba para abordar en los andenes, pisos relucientes, vida comercial por todos lados, y que ahora lucen en el abandono, al igual que el antiguo edificio de madera y piedra, al cual sólo le sobreviven los recuerdos y dos oficinas.

“Era muy bonito todo eso, cuando llegué también trajeron a varios para, lo que nosotros llamamos, hacer la chamba de truequero, que es reparar y revisar las inperfecciones de las máquinas que llegan en cada corrida”, explicó.

El hombre de 58 años, oriundo de Maravatío, Michoacán, asegura que fue en el año de 1994, cuando la estación dejó de prestar servicio como tren de pasajeros; desde entonces las instalaciones se cerraron y comenzó la decadencia, además de despedir a la mayoría de empleados y sólo quedaron un grupo de truequeros, del que Alfredo fue parte.

“Cuando cerraron, todo quedó fuera de servicio: la sala de espera, los comercios y como no hay mucha vigilancia comenzó el vandalismo, se llevaron piezas y herramientas”, recordó.

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Para ese entonces, como ahora, Alfredo y los tres contados trabajadores, que aún mantiene la actual empresa ferroviaria y que usa de estación carguera las antiguas instalaciones, debían improvisar sus viviendas para dormir y comer hasta que les llegaba su día de descanso.

Instalados en pequeñas chozas de cartón ubicadas al lado de la estación, se pasan los días y las noches a la espera de los trenes cargueros que llegan de Estados Unidos y del sur del país.

“Yo llegué sin un peso en la bolsa y la verdad no es mucho lo que se gana, por eso vivimos en casitas de cartón. En un tiempo como extrañaba mucho a mi mujer y mis hijos, me los traje a vivir aquí, pero luego conseguí una casa bien hecha porque ahora hay mucha inseguridad, muchos vándalos que usan la estación”, mencionó Alfredo.

A diario, en horarios distintos, como hace 30 años, el truequero espera la llegada de los vagones, que ahora en su mayoría llegan de Estados Unidos, pero cuando la estación tenía vida y daba servicio como transporte público, cuenta que incluso hacia recorridos a bordo de la máquina de Atlacomulco a Maravatío y de ahí hasta Acambaro, Guanajuato, donde permanecía algunos días en la reparación y mantenimiento de los trenes.

Su oficina, ubicada sobre la vieja calle de Jorge García, es una de las dos que le sobreviven a la antigua estación de la capital mexiquense, que data en su construcción desde principios del siglo pasado.

Ahora, -dice el truequero- es triste mirar los techos de madera a punto de caer y las paredes con el repellado desgajado, además del vandalismo que pintado las puertas que llevan puestas más de un siglo.

En su momento, el corazón comercial de Toluca, la antigua estación, ahora luce en abandono, con una malla a su alrededor que no ha servido para evitar el vandalismo, su portón rojizo de madera y las paredes de piedra que protegieron en su momento los locales y las taquillas, ahora solo para almacenar herramientas.

Mientras que el techado con los pilastrones de madera, algunos están a punto del colapso, pues suman décadas en el abandono y en riesgo de ser invadidos por grupos de migrantes que han comenzado a llegar a esta zona del estado.

-Nosotros somos los únicos que quedamos, incluso ya nos querían liquidar y estamos resolviendo eso-, relata Alfredo, mientras despacha en su antigua oficina que da a la parte trasera de la estación, y en su interior solo le acompaña una mesa pequeña con un armario que sirve de archivero y un altar de la Virgen de Guadalupe.

-¡Estar aquí, es como vivir en el pasado!, -expresa el truequero, el último de la antigua estación toluqueña

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