Saturday 20 de April del 2024

Ratero, si te agarramos, te linchamos

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El problema no es exclusivo de México pues, en la región también se han elevado las cifras de linchamientos anuales en otros países como Venezuela, Guatemala y Bolivia

La latente situación de inseguridad que se puede percibir en gran parte del país ha provocado en la ciudadanía un sentimiento de rencor y sed de venganza que, a la vez se ha traducido en múltiples y sangrientas muestras de violencia en contra de quienes perturban el orden público.

Ante la evidente y alarmante inoperancia por parte de las autoridades, la población se ha visto en la necesidad de ensuciarse las manos ejerciendo lo que se considera como “justicia por propia mano”. En distintas comunidades es común ver mantas o paredes pintadas advirtiendo a los ladrones que si son capturados no serán llevados ante las autoridades y los lincharán. Aunque en algunos casos -quizá la mayoría-  las fatalidades logran ser impedidas, en un gran número de ocasiones la furia de la sociedad ha derivado en tragedias para los supuestos malhechores.

Se trata de los linchamientos humanos que, más que mejorar las condiciones de vida de alguna comunidad, buscan enviar un mensaje a quien desee transgredir las leyes dentro de su población. En la mayoría de casos son grandes turbas alentadas por la ira y la impotencia ocasionadas por padecimientos particulares, que los habitantes no están dispuestos a soportar.

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Numeralia del terror

Distintos informes señalan que en México, de la mano con el aumento de los índices de criminalidad, la tendencia en cuanto a linchamientos por año ha ido en crecimiento durante los últimos años. Todo esto con el consentimiento de las autoridades que se han dedicado a intentar evitar la consumación de varios asesinatos pero que no pueden garantizar una mejoría en las condiciones de seguridad.

Según una investigación realizada por Raúl Rodríguez, autor de Los linchamientos en México y profesor universitario, tan solo durante el año pasado se reportaron cuando menos 78 linchamientos, cifra que multiplica por más del doble los dígitos de 2014.

Para Jorge Pérez Dávila, investigador de la UNAM en materia social, dichas cifras revelan el descontento generado por los últimos gobiernos mexicanos, a escala local tanto como federal y que han convertido a México en una tumba gigantesca, donde se han reportado más de 100 mil muertes en los últimos 10 años, desde que comenzó la llamada guerra contra las drogas, impulsada por Felipe Calderón y continuada por Enrique Peña Nieto.

“La lógica de un linchamiento es: tú (delincuente) amenazas, robas o provocas algún daño a algún miembro de la comunidad y yo (comunidad) no te voy a reportar con la policía porque sé que podrías quedar libre gracias a los vacíos legales que suelen existir en los procesos penales en México… entonces, prefiero hacer justicia por mi propia mano”, destaca el investigador.

Pero el linchamiento no significa solamente la muerte de quien ‘ameritó’ tal castigo. La tortura es el preámbulo de lo que suele culminar con las muertes, lo que envuelve con mayor dramatismo y sufrimiento un hecho que, en teoría busca la justicia que el Estado es incapaz de proporcionar.

Para Pérez Dávila, la tortura, como algunas otras prácticas que se encuentran inmersas en la sociedad mexicana es el reflejo del accionar del propio gobierno, que está demostrando no tener piedad para hacer sufrir a quien se pone en contra de su propia legislación.

“La población es cada vez más consciente de las maneras en que opera el gobierno y las fuerzas castrenses y policiales cuando se trata de cualquier asunto que se anteponga a diversos intereses políticos o de cualquier otro ámbito. El ejército tortura gente y existen videos que dan muestra de ello. Así se está educando a todo un país al que lo que le sobra es violencia”, enfatiza el sociólogo.

Urgente 

El problema no es exclusivo de México pues, en la región también se han elevado las cifras de linchamientos anuales en otros países como Venezuela, Guatemala y Bolivia, en donde se han registrado linchamientos perpetrados por turbas de hasta 600 pobladores. En la mayoría de países que conforman Latinoamérica imperan las condiciones de inseguridad y otras situaciones que complementan y alimentan el repudio poblacional hacia la delincuencia y establecen una especie de ley no escrita que indica cero tolerancia a los criminales.

Aunque en 2016, el registro de muertes por linchamientos ha ido a la baja, al menos en México, en los diarios locales de cada estado es común leer sobre intentos fallidos de linchamiento, en donde las autoridades han mediado por la vida de los sospechosos, quienes sufrieron duras golpizas y hasta mutilaciones antes de ser entregados.

Pero no todos tienen tanta suerte. En febrero de este año, en Tabasco, por ejemplo, dentro de la población conocida como La manga I, fue detenido por los pobladores Isaías Pérez Olán, a quien se conocía como “El chayo” y quien fue acusado de haber intentado violar a una menor. El sospechoso fue golpeado y asesinado a machetazos por uno de los pobladores de la región.

Poco después de un mes, en el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl, fue golpeado brutalmente un delincuente luego de haber despojado de su celular a una menor de 17 años de edad. La turba,de unas 100 personas lo golpeó incesantemente hasta que quedó inconsciente. El ladrón murió postrado en la ambulancia, durante el trayecto hacia el hospital.

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