Wednesday 24 de April del 2024

OPINIÓN: EL GABINETE, LOS AJUSTES Y LAS SUCESIONES

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Enrique Peña despide a Enrique Galindo de la Policía Federal y el jefe de Galindo, Miguel Ángel Osorio Chong al anunciar el hecho se siente en la obligación de decir que fue una decisión del presidente Peña. Terminaba así un intenso mes de agosto para Osorio, durante el cual la relación del vicepresidente político Osorio Chong se rompía definitivamente con el vicepresidente económico Luis Videgaray y con el mismo presidente Peña.
Osorio Chong dijo: “Peña Nieto despidió a Enrique Galindo para que se lleve a cabo una investigación “transparente” sobre el informe de la CNDH que documentó ejecuciones extrajudiciales en Tanhuato, Michoacán”.

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El presidente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez es abogado de la UNAM, de la cual fue secretario administrativo y director general de personal bajo las ordenes de José Narro, actual Secretario de Salud y que al decir del periodista Julio Hernández recientemente ante senadores se dio tiempo para reivindicar su larga trayectoria de priista y apuntarse como posible presidenciable.
La también periodista Martha Anaya describe la escena que se dio el lunes 29 de agosto en el avión presidencial durante su traslado a Mazatlán, Sinaloa, en donde Peña en medio de la conversación con los integrantes de su gabinete que lo acompañaban soltó:
–Acabo de ver una encuesta donde dicen que el mejor posicionado del PRI es el secretario de Salud…
Hablaba de la encuesta publicada por Federico Arreola, cercano a Peña, en su SDP Noticias en donde, en la pregunta a miembros del PRI sobre a quién preferían como candidato, los priistas consultados respondieron así: 29% por José Narro; 13.6% por la sobrina de Carlos Salinas, Claudia Ruiz Massieu y en tercer lugar con un 13,2% ubicaba a Osorio Chong.
De la misma manera, nunca explicada, que en Reforma y El Universal sacaron de la nada a Margarita Zavala en las encuestas que vienen publicando desde hace un año. Ahora SDP Noticias saca de la nada a un “bien posicionado” José Narro, como por milagro. Desplazando (¿excluyendo?) a un Osorio Chong que hasta ese lunes era el priista mejor posicionado en todas las encuestas.
El pleito en el gabinete de Peña entre presuntos presidenciables era intenso y venía ya de lejos. Pero intensificado a raíz de la debacle electoral del PRI en las elecciones de junio pasado en donde los equipos de Osorio y Videgaray se acusan mutuamente de haber apoyado a candidatos del PAN. Y ambos tienen razón.
Pero fue el 19 de julio en la masacre de Nochistlán en Oaxaca donde se rompió el delgado hilo que todavía unía a los equipos de los dos vicepresidentes de Peña. Pues fue ahí con la intervención de Enrique Galindo para “aplicar la ley” y generando la muerte de 8 personas y decenas de heridos, donde Osorio Chong desplazó a Aurelio Nuño y mató las aspiraciones presidenciales de quién era el preclaro pupilo de Videgaray y de Peña para el 2018.
Peña entregó a Videgaray más hilos para controlar el gabinete y de plano le otorgó el mando en el PRI, en donde puso a un perfil político tan bajo que el barco priista ya hace agua. En las reuniones donde se presenta los priistas bostezan antes que escuchar a su aburrido presidente.
Hasta principios de septiembre Peña y el PRI enfrentaban multitud de conflictos acumulados, pero tres eran sus grandes dolores de cabeza: el rechazo frontal de la jerarquía católica que se siente traicionada por Peña, el abandono de las cúpulas empresariales por el fracaso de las reformas estructurales y la “debilidad” con que actúan en relación a conflicto magisterial y, finalmente, el avance del consenso social a favor del rechazo a la “reforma educativa” encabezado por la CNTE y el movimiento social y popular que le otorga cobertura.
Para Videgaray y Peña había sido fácil “resolver” el problema. Le echaron la bolita a Osorio del conflicto con la iglesia, del malestar empresarial y del conflicto sin resolver con la CNTE. Pero Videgaray y Peña no tenían a quién entregar culpas por el desastre económico y social generado por la aplicación de sus reformas estructurales. El gabinete presidencial era ya, literalmente, una cena de negros.
Tan fuerte es su crisis que las fuerzas vivas del PRI, esas que también mueven los hilos del poder, por momentos parecían dispuestos a tomar la iniciativa. Y habían soltado fuertes rumores sobre los cambios en el gabinete que haría Peña después de su “informe” y antes de huir nuevamente, ahora de viaje por China.
Y es que las escenas que se reflejaron en los medios sobre la asistencia de Enrique Peña, Aurelio Nuño, Luis Videgaray y Luis Miranda durante el funeral de la esposa de Emilio Gamboa Patrón, al cual Osorio Chong llegó tarde y Enrique Peña y su cada vez más pequeño círculo cercano, según relatan, le dieron la espalda a Osorio e hicieron otros desplantes que dieron pena ajena.
Y lo hicieron ante otros asistentes entre los que se encontraban, Carlos Salinas, Diego Fernández de Ceballos, Manlio Fabio Beltrones, Francisco Labastida y Arturo Escobar. Que seguramente tomaron nota y algo más, tal vez decisiones al respecto.
El caso es que en los últimos días de agosto circuló intensamente en las redes sociales y en algunas columnas la lista de los cambios en el gabinete que, presuntamente, haría Peña el 2 de septiembre. Algunos como La Política Online Mx recogieron la versión de que el mail surgió en el Senado desde la oficina de Gamboa Patrón, otras señalaron que salió desde alguna oficina de Bucareli.
Ahí se daba por hecho el cambio de Osorio de Gobernación hacia la Sedesol, la llegada de Meade al lugar de Videgaray para que pudiera irse a competir el gobierno del Estado de México y, la hipotética, llegada de Beltrones a Gobernación para poner orden en el desastre nacional. Tan fuerte y eficaz había sido la campaña del rumor que el mismo Videgaray salió a desmentir que él fuera a ir a buscar el gobierno del Estado de México.
Otros movimientos se hacían, simultáneamente, con el visto bueno de Peña. El senador y yerno de Beltrones, además dirigente del PVEM era colocado en la presidencia del Senado. La hija de Beltrones daría el posicionamiento del PRI al informe de Peña. Pero… ¿Eso contendría las ansias de Beltrones de poner orden en el país desde Bucareli? ¿Con Galindo cesado en la Policía Federal ya se mantendría a Osorio en Gobernación? ¿Narro sería el caballo negro de Peña para el 2018 o era un distractor?
Para mover más a México, Diego Valadés abogado de la UNAM y salinista había dejado en el periódico Reforma del 30 de agosto su opinión por escrito: “En un sistema competitivo y plural las pugnas intestinas fragmentan al gobierno y hacen que se acentúe su ineficacia… Si se quiere recuperar algo de la gobernabilidad perdida se debe sacar la sucesión presidencial del gabinete. De no hacerlo, el sistema institucional seguirá su curso descendente”. El dardo estaba clavado en el corazón de Peña. A los de Atlacomulco se les quitó el sueño.
Agosto había sido una larga “Tarde de perros” para Peña y el gabinete, en julio la encuesta de El Universal daba a Peña una aceptación del 29%, para el 11 de agosto la de Reforma se la bajaba a 23%. El escándalo tras escándalo en las olimpiadas y la espeluznante ratificación de su cuate Castillo al frente de la Conade, así como la revelación que hizo Carmen Aristegui al cierre de la olimpiada de que Peña había plagiado la tercera parte de su tesis.
Y es que Peña va de tumbo en tumbo, de crisis en crisis. Todavía no se apagaban las llamas del plagio, cuando el 30 de agosto la prensa gringa anunció que al día siguiente Donald Trump sería recibido por Peña en la casa presidencial de Los Pinos al día siguiente. Ahora si ardió Roma, estalló la bomba.
Si la intelectualidad y la comentocracia de la derecha ya se había divido en el tema del plagio en la tesis de Peña y unos lo atacaban y algunos todavía lo defendían, cuando todo el mundo fue testigo de la fenomenal humillación que Trump le propinó a Peña en su domicilio, se extendió una indignación nacional como hacía mucho no se veía, sin distinción de clase, género, edad o de preferencia religiosa y política. Peña unió a todos en su contra.
Pero fueron la derecha, sus medios de comunicación y sus comentaristas los más beligerantes y le dieron a Peña una probadita de su propio chocolate. Por increíble que parezca al telepresidente le aplicaron un linchamiento mediático, breve pero sustancioso. Carlos Marín entrevistando a Peña para Milenio TV le dijo furioso y en su cara que Trump fue a vomitar a su casa y no le dijo nada, que él, Marín, era del 80% que no se sienten representados por su presidente y para cerrar le espetó que lo menos que esperaba de Peña, era que cuando viera a Trump le mentara la madre.
Todo México se indignó, pero la derecha estaba rabiosa. Dejar pasar el tiempo como se le volvió costumbre hubiera sido contraproducente para el mismo Peña. Y tuvo que cortar la cabeza de Videgaray, que ya era el secretario incomodo e indefendible, para evitar una crisis mayor en su gabinete y provocar que los espacios de ingobernabilidad siguieran creciendo.
De pasadita Peña intentó también, hasta donde las circunstancias se lo permiten, acomodar sus piezas para la sucesión del Estado de México en 2017 y la presidencial en 2018. José Antonio Meade es parte del equipo de Peña y de Videgaray, es el priista más panista del gabinete de Peña y es puente con los empresarios que ya van en estampida hacia el PAN. Con Meade piensan restar fuerza al PAN y disputar con AMLO el 2018.
Osorio Chong sobrevive al terremoto, en política no hay muertos, pero el secretario de gobernación está moribundo, su alejamiento de Peña es evidente y su ruptura con Nuño y Videgaray es irreversible. Y si sobreviviera, Peña tendría ahí a Claudia Ruiz Massieu como bateadora emergente y tercera en discordia, pero algunos no descartan que Eruviel Ávila pudiera ser el bateador designado. Más ahora que Videgaray, gran amigo de Eruviel, será el poder tras el trono. Con Luis Miranda listo para garantizar la compra del voto a favor de los ungidos para el 2017 y el 2018.
Videgaray deja en Hacienda a Meade, su amigo, compañero de equipo y colaborador político. Y ese mismo día en el Estado de México inició formalmente el proceso electoral para renovar al gobernador del Estado de México. En política nunca hay casualidades, él será factor importante y determinante del 2017 mexiquense y el 2018 nacional.
Pero nunca hay que olvidar que uno propone, dios dispone y llega el diablo y todo lo descompone. Osorio está agonizante pero no muerto, Beltrones anda sin encontrar y sin que le dejen un espacio, y a Salinas el fascista Trump y la nueva realidad del capitalismo mundial le hacen obsoleta lo que él ha considerado su obra maestra, el TLCAN. Se les derrumba el “sueño dogmático” neoliberal.
Luis Videgaray ya no despachará en Palacio Nacional ni en Los Pinos. Lo hará desde el lugar que mejor le acomode en el Estado de México. Ya no puede ser candidato a gobernador, aunque quisiera, pero él va a acercarse y a preparar al que será el candidato a gobernador del PRI en 2017, para llevarlo ante Peña, Montiel y los otros. El trae la lista. Y es muy probable que ya tenga el nombre.
Ese trabajo le encanta. Procesar, no llegar, pero poner.

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