Friday 26 de April del 2024

Leyenda Atizapán : La novia fantasma de San Mateo

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En el año de 1925 la hacienda de San Mateo aun producía pulque, leche, hortalizas, lo mismo que maíz y frijol. Esta hacienda tuvo sus inicios desde La Colonia, aproximadamente en 1550. Durante esos años se construyó una ermita para la conversión al catolicismo de los habitantes de esa región.

Tiempo después, posiblemente entre los años de 1730 a 1770, se construyó una pequeña iglesia en la parte norte en relación al casco de la actual hacienda, donde se celebraban bodas, bautismos, y otras celebraciones religiosas, la cual tenía un pequeño cementerio para los habitantes de la hacienda. Todo parece indicar que este panteón estuvo ubicado en la parte posterior de la iglesia, es decir en el lado oriente, donde hoy hay en la actualidad un parque y quiosco.

Esta pequeña iglesia aún existe hasta la actualidad, en honor a San Mateo, cuya principal celebración es el 21 de septiembre.
Por aquel año de 1925 había una pareja que se iba a casar: ella vivía en la hacienda de San Mateo, donde trabajaba como empleada doméstica; mientras que el novio era originario de la entonces Villa de Tlalnepantla, situada a unos 10 kilómetros aproximadamente de San Mateo. Era un 21 de septiembre cuando esta pareja debía casarse, aprovechando las fiestas de religiosas del lugar, en cuyas fechas se hacían bodas comunitarias y otras individuales. Para esas fiestas acudían dos o tres sacerdotes a celebrar misa por la mañana y al medio día.

Para esa importante fecha, el novio quería estar temprano en San Mateo y darle la sorpresa a la novia con su presencia, por lo que decidió tomar el antiguo Camino Real de San Mateo, saliendo de su casa antes de salir el sol. Cuando iba muy adelantado, decidió descansar al costado de un puente colonial de piedra ubicado sobre el antiguo “Rio San Matheo”; ahí había bastantes árboles y corría agua limpia por el arroyuelo que bajaba de la presa de San Juan, en Atizapán y que pasaba por el casco de la hacienda de “El Pedregal”, donde también había un gran ojo de agua que surtía a esa hacienda. En este viaje, el novio se había hecho acompañar de un amigo y entre broma y broma prendieron una pequeña fogata para calentarse un poco, ya que ese día estaba un poco frio.

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Cuando estaban sentados debajo del árbol, el novio metió la mano a su bolsillo y tomó el anillo que, horas mas tarde, debería de darle a su novia; empezó a jugar con el anillo y vio entre la tierra una pequeña rama que parecía un dedo largo y huesudo; en forma de broma tomó el anillo de compromiso y se lo colocó a la rama. Entre él y su amigo, que simuló ser el sacerdote, simularon la ceremonia religiosa de casamiento, pero al terminar este acto, sintieron como temblaba la tierra bajo sus pies, y vieron que donde estaba la ramita, ahora había un agujero y de allí salía un esqueleto putrefacto, un cadáver viviente del cual colgaban pedazos de piel y de ropa que eran restos de un viejo vestido de novia; vieron que gusanos colgaban de la ropa y del velo así como del cabello enmarañado de su cráneo. Ante ello, los amigos se quedaron paralizados de miedo, al tiempo que se oía una voz de mujer que decía: “hiciste la ceremonia de casamiento y pusiste el anillo en mi dedo… ahora somos marido y mujer y reclamo mis derechos de esposa”.

Aterrados, los jóvenes corrieron hasta la iglesia de San Mateo, seguidos del espectro vestido de novia; ahí encontraron a la novia, con la que debería de casarse y a un sacerdote, quienes vieron aterrados el esqueleto. Entonces el novio se le acercó a uno de los padres que oficiaría la misa, y angustiado le contó lo sucedido y preguntó sobre lo que dijo la novia muerta, sobre que si el matrimonio simulado era válido y que reclamaba los derechos de esposa. En respuesta, el padre le contestó que era el primer caso que conocía, y que no sabía qué hacer, pero que lo consultaría con los otros dos curas que estaban en el Curato en el interior de la iglesia.

Dentro de la iglesia estaba la gente esperando la ceremonia religiosa, de la boda, cuando de pronto entró una ráfaga de viento helado y los que allí estaban pudieron ver a la novia fantasma entrado al lugar, quien señaló al novio con el dedo huesudo donde portaba el anillo, y dijo que lo reclamaba por ser su esposo legítimo, al tiempo que enseñaba el dedo con el añillo. Esos fueron momentos de tensión, y el silencio era tal en la iglesia que solo se oían las corrientes de aire y la voz del espectro que decía: “Quiero mi noche de bodas con mi esposo, hoy mi vida está destrozada, nunca tendré familia”.

A los asistentes se les erizaba la piel al presenciar esta escena. En el momento que salieron los sacerdotes a ver la situación, le preguntaron al novio: ¿De verdad pusiste el anillo en el dedo y simularon la ceremonia de casamiento? El novio dijo que sí, y los sacerdotes volvieron a entrar al Curato a deliberar, al tiempo que la novia real lloraba. Después de un rato, los tres curas salieron y se formaron de izquierda a derecha; el de enmedio dijo: “puesto que pusiste el anillo en el dedo de la novia, e hicieron la ceremonia y recitaron los votos del casamiento, hemos concluido que la boda tiene validez; pero también hemos decidido que los muertos no tienen injerencia entre los vivos”. Ante esto, hubo alivio y suspiros de los asistentes, mientras se oía un gemido de la novia muerta que decía: “se va mi última esperanza, nunca se cumplirán mis sueños, he perdido”.

Al tiempo que se desvanecía el espectro sin vida, los huesos cayeron al piso envueltos en el vestido roto. La novia real, con la que se iba a casar, se acercó a la novia fantasma, se arrodillo y reunió los huesos, los envolvió en su velo y dijo: “yo viviré tus sueños, haré realidad tus esperanzas y tendré los hijos que tú querías, los suficientes para las dos y los hijos de nuestros hijos no te olvidarán”.

Luego cargó los restos y los llevó al cementerio muy cerca del riachuelo que baja entre la iglesia y el casco de la hacienda, donde los depositó, mientras decía: “descansa en paz, viviré tus sueños, no te olvidaremos”. Entonces la novia muerta sonrío de felicidad como si supiera que podría vivir en la joven mujer; mientras la novia cubrió los restos y le puso flores a la tumba.
Finalmente, la novia real regresó a la iglesia para celebrar la misa; pero para entonces ya tenía una extraña sonrisa, que muchos no comprendieron en ese momento. Se creé que la novia fantasma vivió en el cuerpo de la recién casada a partir de entonces.

Fuente : Facebook, René Rodriguez Vasquez

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