La habitual escena tuvo lugar cerca de las 8:30 de la mañana, sobre la carretera México-Pachuca, a la altura de Ampliación Tulpetlac. Dos sujetos pretendían subir la unidad con la intención de cometer un atraco a sus ocupantes. Empero, uno de los usuarios se percató de las intenciones de los individuos antes de que éstos subieran a la combi. De un empujón mandó a uno de ellos al suelo, el otro, cobarde como suelen ser, se dio a la fuga dejando a su compañero expuesto a la furia de los usuarios.

El resto de pasajeros, invadidos de ira e impotencia, bajaron a terminar el trabajo que el valeroso usufructuario había iniciado segundos antes. Bajaron y, con puños patadas y lo que estuviera al alcance de sus manos propinaron una golpiza que el ladrón no olvidará en mucho tiempo. El delincuente quedó con el cuerpo y la cara maltrecha, ensangrentado, abandonado y humillado.

El resto de los hechos ocurrieron de “forma protocolaria” como suele pasar en estos casos. Luego de que la turba de gente ve a su víctima malherida y sin movimiento, lo dejan de golpear en medio de palabras altisonantes, amenazas y burlas; al lugar llegó una policía federal que se encargó de poner a disposición moribundo delincuente.