La deuda pública de México que en el mes de julio llegó a los 9.2 billones de pesos, siendo esta la más alta de la historia del país, fue un tema olvidado completamente por el presidente Enrique Peña Nieto el pasado sábado en lo que fue su Quinto informe de Gobierno, en el cual olvidó mencionar que en lo que va de su administración la deuda aumentó 3.6 billones de pesos, eso sin contar lo que se acumule en su último año de trabajo.

En 2012, cuando comenzó el sexenio de Peña Nieto, la deuda anterior era de 5.6 billones de pesos, cifra que se incrementó a 9.2 billones. Agencias calificadoras de crédito como Moody’s Investors Service  y Fitch Ratings han dado voces de alerta para que el gobierno mexicano controlara el avance de su adeudamiento por la caída de su calificación que hará difícil conseguir nuevos préstamos, o al menos, más moderados pero con una tasa de interés del 7 por ciento.

Según información de GAEAP, el crecimiento de la deuda pública es evidente con cada recorte de presupuesto que además resta recursos para proyectos de infraestructura, para combate a la pobreza, para apoyos a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) y para la lucha contra la delincuencia.

La única forma de contrarrestar este aumento sería que las calificadoras de riesgo emitan una nueva amenaza a México provocando bajar la calificación crediticia. Tener una baja calificación crediticia significa alzar las tasas de interés, más pobreza, la limitación de recursos para proyectos sociales y productivos alejando entonces el concepto de un crecimiento económico.

Las herederas de este deterioro económico son las generaciones actuales y futuras quienes, quedaran con una deuda impagable.