Friday 26 de April del 2024

Educación especial, peligra por nueva ley

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Gretel tiene 11 años, pero se ha desarrollado como una bebé de año y medio. Apenas camina y empieza a comer por sí sola, presenta una discapacidad múltiple y requiere de atención personalizada. Es una de los mil 827 alumnos de nivel básico que reciben educación especial por presentar diversas discapacidades.

Hace cuatro años aún no sabía caminar, pero su mamá Judith Cruz Aparicio decidió ingresarla al Centro de Atención Múltiple (CAM), ubicado en Santa María El Tule, y ahora la niña cursa su primer año de primaria. A diferencia de las escuelas regulares, su plan de estudios no se basa en aprender a leer o sumar, sino en aprender a moverse por sí misma.

La independencia personal es la principal enseñanza en estos espacios dedicados a menores con alguna discapacidad cognitiva o motriz, la prioridad son los aprendizajes funcionales, platica Flor Carrera García, docente de Comunicación y Lenguaje.

Como este espacio, en Oaxaca existen 59 centros de atención múltiple donde se atiende a mil 462 niños de cinco meses a 12 años, y a 365 adolescentes de entre 13 y 17 años. Con la implementación de la reforma educativa impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, todos podrían desaparecer, lo que mantiene en alerta a padres de familia y a profesores.

El motivo de su preocupación es que ahora el término “educación especial” ya no aparece en el artículo tercero de la Constitución y en su lugar se habla de una educación “incluyente”, lo que, afirman, se traduce en abandono hacia este sector de la población.

“Para mí es muy preocupante, porque si hablamos de inclusión significa que te voy a dar la misma atención que todos, eso me suena ilógico, sobre todo por la condición de mi hija”, dice Judith, madre de Gretel.

Para los tutores la posibilidad de que estos centros de educación especial desaparezcan y sus hijos tengan que ser integrados a las escuelas regulares, más que de integración se trataría de una exclusión para los niños, pues muchos padecen ciertas discapacidades que les impide relacionarse. Además, aseguran que los planteles no cuentan con profesores capacitados ni con la infraestructura adecuada para ellos, como se tiene en un CAM.

“Si ella cognitivamente estuviera bien, yo la ingresaría a una escuela regular. No me imagino a mi hija en una escuela regular, siento que es regresar a lo mismo y eso no logrará su independencia”, expresa Judith angustiada.

Dice que no le importa el cansancio, ningún esfuerzo que tenga que hacer para que su hija asista diariamente a este plantel especializado, para lo cual recorren 30 kilómetros en transporte público todos los días. Desde hace cuatro años, salen a las ocho de la mañana de su hogar, en San Antonio de la Cal, y llegan a las nueve al CAM.

Con una mochila en su espalda, la mujer carga el desayuno y la comida para las dos; así pasan todos sus días, con el anhelo de que un día Gretel pueda lograr su independencia personal. “Los gastos son muchos a la quincena, todo se ha ido en Gretel, y no se diga la comida, me tengo que limitar: frijoles y lo más sencillo en la casa, pero lo que importa es que ella logre su independencia, sobre todo que se bañe, se cambie por sí sola, es mi meta”.

Un gran esfuerzo

Mientras Judith espera a su hija afuera del CAM durante tres horas, la niña comparte salón con otros tres menores. Los cuatro presentan discapacidad severa y requieren de mayores atenciones que los demás menores. En el caso de Judith, por su discapacidad motriz, intelectual y auditiva, necesita de alguien que la apoye para sus funciones básicas; por ahora aprende a comer y caminar sola.

La historia de Gretel no es la única, en este CAM son atendidos 82 menores, quienes presentan desde discapacidad cognitiva, motriz, ceguera, síndrome de Down, autismo, hasta discapacidad múltiple. Cada uno requiere una atención personalizada, lo que difícilmente obtendrían en las instituciones ordinarias.

Por ello tanto los padres como el magisterio acusan a los poderes Ejecutivo y Legislativo de implementar leyes sin conocer la realidad de las personas con discapacidad: “Ojalá que esas personas que legislan pudieran observar la realidad de nuestros niños, la realidad de los papás, es muy preocupante lo que está pasando”, advierte Alba Bautista Gijón, directora del CAM de Santa María El Tule.

Para ellos la nueva reforma educativa viola el derecho a la educación de estos niños con discapacidad, al hacerlos invisibles en la Constitución.

“Nos hace ver nuevamente el divorcio que hay entre la realidad y la legislación, el desconocimiento de lo que hacemos. Desde siempre hemos tratado de hacer visibles a los alumnos de educación especial y sus necesidades. Anteriormente, en el artículo tercero sí aparecíamos como ‘educación especial’, ahora ya no”, reclama Bernardita Cruz Martínez, supervisora de Educación Especial de la zona 07.

“Se necesita más”

Esta preocupación no es exclusiva de ellos, de la misma manera, el Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C. señala que la exclusión de la educación especial e indígena, en la reforma impulsada por el presidente López Obrador, deja en incertidumbre si este tipo de enseñanza continuará o desaparecerá.

“El tema de educación especial no es prioridad del Estado, históricamente la ha relegado. Hoy se enfatiza mucho en la inclusión, pero se enfatiza en incluir a la población, pero excluye a la educación especial, a los niños y niñas más vulnerables no los contempla”, señala Jorge Oropeza, presidente de la asociación.

El especialista resalta que, aunque la nueva reforma educativa tiene aciertos en la inclusión, porque integra como obligatoria la educación desde inicial hasta el nivel superior, ésta la ha generalizado sin considerar a los alumnos con discapacidades, quienes requieren de una atención y educación especial.

“La visión de inclusión tiene que ver con que los niños con discapacidad tengan que estar en las escuelas ordinarias, pero México no está preparado para ello y los pequeños estarían en rezago. México no está listo ni en infraestructura, sí tiene inclusión en educación desde inicial hasta superior, pero deja fuera a la educación especial”, advierte.

El Colegio propone que en las leyes secundarias de la reforma, en lugar de desaparecer a los CAM, se transite a poderosos centros de atención especial a niños con discapacidad, se invierta en infraestructura, en docentes y, después de atender a niños, evaluarlos si pueden cambiarse hacia una escuela regular.

Abandono, presente en otros sexenios

Para el personal especializado, esta exclusión en la reforma educativa no inició con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sino en sexenios anteriores que históricamente han abandonado a las personas con discapacidad. La prueba, explican, es que los CAM no cuentan con presupuesto propio, los sueldos de los docentes son cubiertos por la Federación, pero los materiales y las labores de mantenimiento corren a cargo de los padres de los alumnos de los centros.

“Nunca ha tenido la cobertura que requiere y por eso vienen modelos y modelos y nos van cambiando de nombre, de amplitud, de población. Trae arrastrando muchas situaciones de antes, no quieren invertir”, señala la docente Flor Carrera.

Desde su experiencia en la comunicación y lenguaje, considera que aunque la reforma educativa aborda la inclusión, para los alumnos con discapacidad, no se puede aplicar de la misma manera que en estudiantes que no presentan ninguna limitación, porque primero necesitan desarrollar otras características para que interactúen en una escuela regular.

Ante estos cambios en la Constitución mexicana, los profesores y padres de familia solicitan al gobierno federal tomar en cuenta a la educación especial y fortalecerla en lugar de desaparecerla.

“¿Por qué el interés de que sigamos como CAM? Porque nosotros tenemos la certificación en la educación básica, si desaparecemos muchos padres van a dejar de llevar a sus hijos a la escuela, porque un niño con discapacidad en un mundo donde no tenemos una cultura inclusiva va a ser violentado, agredido, hasta por los docentes, porque en muchos no está esa actitud de querer un niño con discapacidad”, considera Guadalupe Reyes.

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