Saturday 20 de April del 2024

PARA HECHOS…MALA PATA

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De tanto en tanto, pero con suma puntualidad, las contrahechas estructuras de gobierno de la Ciudad de México y del Estado de México le agregan dosis de tormento a su fatigada población conurbada que, en conjunto, sigue constituyendo uno de los fenómenos de concentración urbana más importantes de la humanidad.br>
Vistos en términos numéricos, los más de 22 millones de mexicanos asentados en el centro de la República resultan un exquisito refrigerio para las hambrientas camarillas que compiten por espacios de poder político y cuyo salto posterior, en su pecaminosa lógica, se traduce en puerta de entrada a riquezas inmensas.
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Regímenes menos sádicos estarían preocupados por mantener a esa impresionante masa en condiciones de vida medianamente decorosas. No así para la ordinaria legión de políticos grises que se sacan brillo a costillas del empobrecimiento acelerado de quienes tuvieron la desgracia de elegirlos.

Ambas administraciones, la mexiquense y la capitalina, se identifican entre sí por demoler paulatinamente las respectivas economías y estados de ánimo de sus gobernados. Se copian obligaciones absurdas, silencian a macanazos la repulsión que engendran. Incompetentes, segregan, hostilizan, ofenden…
… gestos inconfundibles de aprendices fascistas.
A la descomposición de la armonía social, le anteponen rigor policíaco; balazos institucionales por un lado, espionaje y persecución por otro…
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… expresiones típicas de dictaduritas en incubación.
El estado parapolicíaco impuesto en ambos territorios, con el auxilio de células del crimen como elementos de control de multitudes y de sometimiento de adversarios políticos, parecen glorificar los métodos de exterminio adoptados en tribus africanas.

La fiebre por la reglamentación incoherente, con elevadas sanciones económicas como elementos de “solución”; garrotazos, embargos y cárcel como amenazantes ofertas para los contribuyentes; la tolerancia a gavilleros partidistas que hacen de predios y calles descomunales letrinas a cielo abierto, constituyen el caldo de cultivo para brotes de insurrección y son reflejo del desahogo de esa especie de odio primitivo que agobia a gobernantes arribistas.

La arrogancia que distingue a los gobiernos de Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila, se advierte que es vitaminada por otro gobierno, el federal, que en Oaxaca presumiblemente acaba de reiterar su afición por sacarle punta a la ley del garrote. Sumiso, con la llamada “Ley Atenco” el mandatario mexiquense ya había sentado las bases para dispararle impunemente a la disidencia.
Por su lado, el amasijo llamado Constitución que se prepara para la Ciudad de México amenaza con contener nuevos elementos de represión administrativa y control político para los capitalinos, con criterios semejantes a los esgrimidos por Antonio López de Santa Anna que en su tiempo instauró el pago de impuestos por la tenencia de perros, caballos, puertas… y ventanas.

La siniestra sentencia para los pobladores del centro de la República ahora estaría sustentada o influida por el talento retorcido que para las triquiñuelas (más que para gobernar de manera decente) ostentan Mancera y Eruviel, enfebrecido cada cual por ser candidato a la presidencia del país… con tanta mala pata que… podrían serlo.

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