Friday 29 de March del 2024

La Mataviejitas atemoriza a reclusas de Santa Martha

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Han pasado 10 años de su detención —enero de 2006— y Juana Barraza Samperio, La Mataviejitas, mantiene esa mirada y sus gestos retadores.


La mujer de 57 años sigue dando miedo en el penal de Santa Martha Acatitla, lugar en que fue recluida por asesinar a más de 20 ancianos del Distrito Federal.
Es 16 de diciembre de 2015. La Mataviejitas aparece por el patio principal del penal, ubicado al oriente de la ciudad. Ya no tiene los músculos y la fortaleza de cuando era luchadora profesional, tampoco la agilidad, que a punto estuvo de ayudarla a escapar de dos policías el 25 de enero de 2006 en la colonia Moctezuma Primera Sección. Ahora es más gorda, sus brazos son más flácidos y sus movimientos más lentos, pero su rostro continúa siendo agrio, lo que le ha ayudado a ganarse el respeto de sus compañeras internas, quienes aseguran que “la señora es tranquila, pero da mucho miedo”.

Son las 16:45 horas. El cardenal Norberto Rivera llega al lugar a oficiar una misa. Barraza es la última que se asoma. Muestra su indiferencia, es más, parece no importarle lo que está diciendo el religioso.

Comienza a girar su cuello, como para eliminar el estrés; luego suelta uno que otro bostezo, hasta que prefiere irse a sentar a una banca de los quioscos del penal.
Incluso, sólo al percatarse de que La Mataviejitas estaba cansada y buscaba un asiento, una interna, y sin pedírselo, se levantó y le cedió el lugar.

Mataviejitas

—¿Como se siente? —se le pregunta a la mujer, que a decir de algunas reclusas es contratada para brindar seguridad o cobrar cuentas en el centro de reclusión.
—¿De qué o qué? —responde mientras se inclina hacia atrás en señal de defensa, como dejando en claro que no hablaría de su proceso penal y mucho menos de sus crímenes.
—Por la misa —se le insiste.
—Está bien, pero a mí no me interesa.
—¿No le gustan las misas?
—Esta está bonita, está bien que la hagan para mis compañeras.
Y luego aclara: “yo no soy católica”.
—¿Y por que asiste?
—Yo no soy católica, soy cristiana. De todos modos yo sé que hay un solo Dios, aunque lo llamen de diferentes formas.
—Y ¿qué sigue ahora para usted (en referencia a su proceso)?
Fue imposible sacarle una respuesta sobre el tema, prefirió hablar sobre la misa…
“Creo que van a repartir colaciones y a entregar el aguinaldo, eso sigue”.

La charla termina cuando los encargados de la seguridad dieron la instrucción a este reportero de abandonar el patio. Ya no hubo más oportunidad de platicar con una de las asesinas seriales más recordada en el país.

Noviembre de 2002. Con sus fuertes y musculosos brazos Juana Barraza Samperio agredió a María de la Luz, una mujer de 64 años de edad, cuyo único error fue haberle abierto la puerta de su casa y hablarle golpeado durante una plática.

Juana, muy enfurecida, le aplicó unas llaves de lucha libre, era experta en el tema, pues practicaba el deporte del pancracio con el seudónimo de “La Dama del Silencio”, y tras arrojarla en un sillón terminó por estrangularla, para después robar la vivienda.
Este fue uno de los asesinatos que cometió y que pusieron de cabeza a las autoridades del Gobierno del DF, en ese entonces encabezadas por Andrés Manuel López

Obrador y Alejandro Encinas.

Fue hasta el 25 de enero de 2006 cuando La Mataviejitas fue arrestada. Y lo hicieron casi por casualidad.

José Joel López casi nunca llegaba temprano al cuarto que rentaba en la colonia Moctezuma, Primera Sección. Su trabajo como mesero no lo permitía. Pero ese día pudo hacerlo y logró lo que la policía del Distrito Federal buscaba desde hace más de dos años: señaló a La Mataviejitas y permitió su captura.
Durante más de cuatro años no cometió errores. La mujer que mide más de 1.70 metros de estatura, asesinó, cuando menos, a 20 ancianos, según los informes de la Procuraduría capitalina.

Y falló en una ocasión… pero no podían detenerla. Incluso, las autoridades aseguraron que eran casos aislados; luego cambiaron de postura e informaron que se trataba de un hombre, y finalmente capturaron a Juana Barraza, la que se ha convertido en la “mandamás de Santa Martha”.

Fuente: cronica.com.mx

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