Wednesday 24 de April del 2024

A dos meses del sismo, más de 200 damnificados de la Doctores siguen sin dictamen y sin hogar

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Los vecinos del edificio Osa Mayor, en la colonia Doctores, continúan a la espera de que un dictamen les dé certeza sobre el destino del inmueble que resultó seriamente dañado con los sismos del 7 y 19 de septiembre, esto a pesar de que la delegación Cuauhtémoc lo catalogó en su lista de demolición urgente.

Por lo pronto, sin la ayuda de ninguna autoridad, los vecinos llevan más de 60 días turnándose en guardias para vigilar que nadie termine de saquear lo poco que les resta de patrimonio.

Delincuentes vestidos de voluntarios

Al escuchar la voz trémula del reportero que lo sigue dudoso por unas escaleras que crujen con cada paso, Samuel, pelo ralo y bigote frondoso, se para en la plataforma del piso cuarto y encoge los hombros.

¿Está seguro de que el edificio no se nos cae encima?, pregunta el reportero, quien ingresó a invitación de Samuel para constatar la condición en que se encuentra el inmueble.

-Nah, no creo –su voz rugosa hace eco en mitad de un silencio denso-. Si no tiembla ahora mismo, estamos seguros.

Tras la frase, Samuel esboza una sonrisa que no se sabe si es de burla o de compasión. Y reanuda la marcha mientras va explicando que esta torre de 14 pisos con nombre de constelación –Osa Mayor-, ya fue catalogada por la delegación Cuauhtémoc como un inmueble de alto riesgo.

El problema, matiza rápido, es que dos meses después del temblor del 19 de septiembre, el inmueble aún no cuenta con un dictamen del Instituto para la Seguridad de las Construcciones que certifique cuáles son los daños estructurales. Por lo que más de 200 vecinos que habitaban los 56 departamentos y ocho locales de la torre siguen sin hogar y, en algunos casos, viviendo literalmente en la calle, en unas carpas de lona.

Desde allí, poco a poco, van entrando bajo su propio riesgo a la torre para recuperar algo de su patrimonio perdido.

Un patrimonio que se vio mermado por la rapiña. Ya que, el día posterior del sismo, a pesar de la presencia de militares en la zona, desconocidos entraron al Osa Mayor con el pretexto de ayudar, y robaron hasta las cámaras de videovigilancia de la entrada del inmueble.

-Decían que venían a ayudarnos. Pero eran delincuentes disfrazados de voluntarios –lamenta Samuel con el ceño fruncido.

Riesgo inminente de colapso

Son las seis de la tarde, por una ventana sin cristales del Osa Mayor se observa un lento atardecer anaranjado que contrasta con la imagen de escombros desperdigados por el suelo y de columnas fracturadas.

Samuel, que va esquivando cascotes de yeso como si ya conociera de memoria donde se encuentra cada pedazo de cascajo, se detiene en seco cuando llega al quinto nivel y apunta con la barbilla hacia un abismo estrecho.

Con el sismo del 19-S, explica, las escaleras se separaron de la columna vertebral del edificio. Y a medida que se va ascendiendo de nivel, el espacio se agranda hasta tal punto que hay que saltar para no caer al vacío.

De hecho, ya en el sismo previo, el de 8.2 grados en la escala de Richter del 9 de septiembre, Protección Civil tuvo que evacuar a los vecinos de los niveles superiores de la torre, debido a que ese temblor también originó fuertes daños en la estructura de las escaleras, tal y como muestra un video que se hizo viral en Youtube.

-Los dos cuerpos que forman esta torre se inclinaron en direcciones opuestas: uno hacia el norte y el  otro hacia el sur –dice Samuel apuntando a un tablón de madera que los vecinos colocaron para que hiciera de ‘puente’ entre la escalera y el resto del edificio-. Por lo que, en caso de colapso, la gravedad provocaría que la torre se abriera, literalmente, por la mitad. Como cuando pelas un plátano y le quitas la cáscara de un lado y del otro.

Tras la descripción gráfica, un aparatoso ¡crash! hace que súbitamente Samuel guarde silencio.

-Tranquilo, no está temblando -se apresura a decir negando con la cabeza.

Solo fue el ruido de una lámina de hierro que con el fuerte viento golpeó la deteriorada fachada de la torre. No obstante, el ocaso va ganando cada vez más terreno. Y lo más prudente, opina Samuel mientras se mesa el bigote, sería abandonar el edificio antes de que la oscuridad lo envuelva todo.

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